Al principio todo era un juego. Tu juego.Lo habías conocido por una app de citas y era tan extraño.
Al principio todo era un juego. Tu juego.Lo habías conocido por una app de citas y era tan extraño. Comparando, reías acerca de ese hombre prepotente, creido y condescendiente que, en lugar de pasar por el aro y unirse a tu lista interminable de matches con quien podías elegir acostarte, parecía catalogarte y exigirte.Tú eres la mujer y tú eliges, te decías a ti misma. No lo has eliminado y reportado porque te hace gracia. Quieres ver hasta donde llega. Todo es un juego. Tu juego.No necesitas de un hombre como él dice, te vales por ti misma como ese grado universitario colgado en la pared demuestra. Es cierto que nunca encontraste el empleo que deseabas, pero la culpa no es de haber seguido tus instintos con aquella licenciatura en bellas artes, la culpa es del sistema, un sistema que premia a los hombres como él.Miras su perfil por decimoquinta vez, donde hace gala de su privilegio masculino con sus posesiones materiales y estatus social a virtud de sus imagenes. Es tan previsible. Ya basta. Decides atacar su ego, ponerle contra las cuerdas. You have the pussy you make the rules. Le dices que tu eres dueña de tus piernas y que eliges a quien abrirselas. Quedas en shock al ver su reacción. Te ha amenazado. Te ha llamado zorra posmoderna y ha hablado de atarte y follarte a mala hostia. Está loco. Es un violador.De hoy no pasa, esto era un juego, tu juego, y empieza a ser desagradable. Lo vas a eliminar y reportar para que ninguna otra mujer se tope con él. Sororidad. Pero no das credito, necesitas volver a leer lo que te ha dicho. Te ha dejado diez mensajes más donde se ha recreado a todo lujo de detalles cómo te reduciría y convertiría en su puta, cómo dejarías de preocuparte por tomar esas decisiones tan difíciles y de luchar contra fantasmas que no existen. Cómo, atragantada por su semen en tus tres orificios, dejarías de ser una calcomanía de la típica e infeliz mujer moderna y sonreirías reconociendo tu lugar y la suerte que tienes de tener una cara bonita y buena figura pues es lo único que te otorga valor.Qué asco. Tiras el móvil a un lado y marchas a dormir, has leido suficiente.El despertador rompe un extraño sueño, tu día vuelve a comenzar y te preparas para el trabajo. Contra tu orgullo vuelves a vestir el uniforme y los tacones. Algún día se te reconocerá por tus atributos y no por tu silueta con tacones. Te miras al espejo recordando sus comentarios. Eres algo más que una figura bonita.Acaba tu turno tras ver decenas de caras y preguntar un centenar de veces acerca de la tarjeta de descuentos. Vuelves cansada en autobús mientras revisas tus mensajes del día. Tu pequeño minuto de alegria hablando con aquellos que te importan, sin mensajes de ese indeseable, que ni los quieres ni los esperas. Entras en casa derrotada. Tienes sueño. Hoy tampoco harás la cena, no quieres fastidiarle la cita a solas con su chica a tu incrédula compañera de piso. Así es tu vida, no es perfecta, pero todo es mejor que… no, no estás pensando en eso. Otra vez no. Hoy ya has tenido un desliz con lo de la tarjeta de desnudos, ya basta. Ha sido un día largo y has dormido mal tras el desagradable episodio de anoche.Él, con un collar en la mano, te invita a una vida de servidumbre como perra. Tú, en el suelo, te lo pones y empiezas a gatear tras él. No sabes a dónde te dirijes. El sueño se difumina. Una notificación te despierta en mitad de la noche.El irritante timbre matutino vuelve a romper tu descanso. Te vistes y preparas, poniendo más ahíncoque de costumbre. Acabas tu turno y, nerviosa, sales por la puerta. Un coche estacionado se acerca lentamente al verte y abre la puerta de coopiloto. Te subes mientras bromea congratulándote por servir a su fetiche con los uniformes.Esto es lo más loco que has hecho nunca.Baja el seguro de la puerta y lo bloquea a la par que arranca.Ya no tienes el control.Sus palabras mientras conduce van quedando atrás junto a los árboles.Sientes perder el sentido del tiempo y el lugar. Pero por alguna razón no parece importarte. Todo se siente como un sueño que vendrá y pasará.Su voz resuena cerca de ti. Sientes como toca tu hombro llamando la atención. Has llegado. Te está diciendo que has llegado, que dejes de mirar a las musarañas. Despiertas, mientras él sostiene tu móvil para dártelo. Había caido al suelo entre tus pies. Con manos temblorosas, que aun creían tenerlo en la mano, lo coges. Pensabas estar en peligro. Pero no, estás en peligro. Estás en su casa. Tú has entrado en su casa. Le has seguido hasta la habitación. Estás desnuda, tumbada y maniatada. Esta vez sí que has perdido el control completamente.Cuando pierdes el control por completo miras más allá de lo que tu cabeza te permite y te preguntas si esto fue una buena idea. Estás vendida, eres completamente suya para que haga contigo como desee. Podrías resistirte pero sabes que tus posibilidades de salir de ahí son nulas si él no lo permite. Esto era lo que querías, te dices a ti misma, llegaste hasta aquí por tu propio pie. No, el te coaccionó tú no puedes desear algo así. Esto es horrible.Una mezcla de miedo y excitación recorre tu cuerpo. No, sólo miedo.Él te demuestra lo contrario al tocar tu sexo con sus dedos. Te hace lamerlos. Los chupas. Te sientes segura al chupar. Ya no existe el mundo en que creciste, ya no existe el orden ni la civilización. Ahí, maniatada y expuesta, según se dispone a tomarte, sólo gobierna la propia naturaleza, donde él toma y tú eres tomada. Donde él elige y tú corres con las consecuencias. Ya no eliges. Ya no piensas. Ya no temes. Ya no juegas.Ya no es un juego. Tu juego. Ahora el juego eres tú. -- source link
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