Esta es la leyenda de un hombre, que convirtió su pasión en uno de las mejores cosas de México. H
Esta es la leyenda de un hombre, que convirtió su pasión en uno de las mejores cosas de México. Hace muchos años, en el pueblo Tlaxcalteca, un guerrero llamado Popocatepetl cayó enamorado de Iztaccíhuatl, la hija del casique, amor que sería correspondido. Antes de partir a la guerra, Popocatepetl, pidió al cacique la mano de Iztaccíhuatl, la princesa más bella. Celoso de su amor, otro de los guerreros Tlaxcaltecas convenció a Iztaccíhuatl que su amado murió en la guerra. Con el corazón irreparable, la princesa murió por su gran pesar. Vencedor y ansioso por ver a su amada, el valiente guerrero regresó a su pueblo sólo para encontrarse con la noticia de su fallecida esposa. Con toda la fuerza de su corazón, Popocatepetl pidió a los dioses una montaña tan grande como su amor. Los dioses apilaron 10 cerros para construirla y Popocatepetl subió el cadáver de su amada hasta la cima. Le dio un último y penumbroso beso de despedida, tomó su humeante antorcha y se arrodilló ante ella para velar por siempre su eterno descanso. La nieve cubrió sus cuerpos con el pasar de los soles. Hoy en día podemos ver como la antorcha de Popocateptel sigue arrojando fumarolas, recordando que el amor hacía Iztaccíhuatl aún continúa ardiendo.Fotografía tomada de la Secretaría de Turismo de México -- source link
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