La danza continuó. La acorraló contra un roble, lanzó una maldición cuan
La danza continuó. La acorraló contra un roble, lanzó una maldición cuando se le escapó y la siguió al cruzar un arroyo medio seco lleno de hojas caídas. El acero brillaba, el acero cantaba, el acero gritaba y resonaba, y la mujer empezó a gruñir como una cerda con cada golpe, pero no conseguía alcanzarla. Era como si estuviera metida en una jaula de hierro que detenía todos los golpes. —No está nada mal —dijo al hacer la segunda pausa para recuperar el aliento, al tiempo que se movía hacia la derecha de la mujer. —¿Para ser una moza? —Digamos que para ser un escudero. Novato. —Dejó escapar una carcajada ronca, jadeante—. Vamos, vamos, querida, la música sigue sonando. ¿Me concedéis este baile, mi señora? Se abalanzó contra él con un gruñido blandiendo la espada, y de repente era Jaime el que tenía que impedir que el acero le besara la piel. Una de las estocadas le rozó la frente, y la sangre se le metió en el ojo derecho. «Los Otros se la lleven, y también a todo Aguasdulces.» Su habilidad se había oxidado en aquella mazmorra de mierda, y las cadenas tampoco le ponían las cosas fáciles. Tenía un ojo cerrado, los hombros se le empezaban a entumecer por el esfuerzo y las muñecas le dolían por el peso de las cadenas, los grilletes y el acero. La espada larga le pesaba más con cada golpe, y Jaime sabía que no lo blandía tan deprisa como al principio, que no lo levantaba tan alto. «Es más fuerte que yo.» -- source link
#jaime lannister